A menudo seguro que te has hecho esta pregunta: ¿qué es el amor? Y, sobre todo, ¿por qué seguimos buscándolo siempre, pese a los varapalos y decepciones que nos provoca esa larga lista de relaciones que acabaron más mal que bien?

Pues más allá de todas esas respuestas que te has dado a ti misma más de una vez, hoy la ciencia viene al rescate para explicarte por qué sigues tropezando con la misma piedra relación tras relación.

Pongámonos en situación: ves a ese chico, te encanta, necesitas conocerle. Pero de repente hace o dice algo y salta la señal de alarma: ¡es otro chico malo! Y aun así da igual: tú sigues a lo tuyo, te acercas, le saludas sonriente. Al final acabas arrepintiéndote y te preguntas cómo puedes haber caído en el mismo perfil de chico. ¡No pasa nada! No eres tú, es tu cerebro: las personas misteriosas hacen que produzcamos más dopamina.

Además, cuando nos enamoramos o empezamos una relación se desactivan algunas áreas del cerebro, como la corteza frontal, que están relacionadas con el razonamiento y la lógica: ¡por eso no puedes evitar caer en las garras de chicos que sabes que no te convienen!

Pero después de la tormenta siempre llega la calma: ¿cuántas relaciones has dejado porque ya no era lo mismo que antes? Con el paso del tiempo, los receptores de dopamina se van insensibilizando y poco a poco desaparece esa sensación de enamoramiento intenso de los primeros meses. Aquí es donde las relaciones se mantienen por el apego y la confianza; si lo vuestro se basaba en la cama… ¡Despídete!

Y con la catástrofe te preguntas, de nuevo, por qué has vuelto a caer en la estúpida red de Cupido. Y tiras sus fotos, y sus regalos, y lloras, y te martirizas viendo Pretty Woman como si no hubiera mañana. ¡Tranquila, esto también tiene una explicación! En estos casos el cuerpo actúa como si estuvieras intentando dejar de fumar: la “adicción” hacia la otra persona, esa sensación de que no puedes vivir sin ella, responde a la bajada de feniletilamina. Y sí: esto explica, también, por qué te apetece tanto el chocolate en esos momentos.

Así que ya lo ves: el amor es un cúmulo de hormonas y sustancias con las que tu cerebro te manipula día sí y día también. Pero qué bien sienta empezar una nueva relación e ilusionarse como cuando tenías quince años, ¿verdad?

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