Si estás muy entusiasmado con la llegada de un hijo a tu hogar, quizás las cosas sean muy tiernas entre tu esposa y tú. Pero ni creas que ella va a jugar a las casitas cuando llegue el bebé.
Prepárate a que llegues a tu hogar cansado de trabajar, y te reciba tu pareja con este aluvión de reproches:
-Me pasé todo el día cargándolo y no pude ni hacerme la manicuri.
-Llora tanto que no puedo ver ni escuchar mi novela favorita.
-Me he puesto gorda de tanto probar su papilla.
-No puedo salir con mis amigas a ningún sitio porque no tengo quien me lo cuide.
-Cuando estaba practicando yoga se antojó de hacer po pó.
Y así, otros muchos reproches más, para al final, dejarte caer lo que más ansía preguntarte: ¿Por qué no te lo llevas mañana a la oficina?