Seguro que te suenan las palabras estrógenos y progesterona, y sabrás que algo tienen que ver con la sexualidad femenina. Estas dos hormonas son realmente importantes, pues son las que regulan nuestros ciclos menstruales, nuestra fertilidad y reproducción, el deseo sexual y hasta la forma de nuestro cuerpo. Muchas mujeres tienen estas hormonas desequilibradas, pudiendo tener demasiado tanto de una como de la otra, y sufren síntomas que no identifican como tales.

El primer paso para descubrir si tus hormonas están en orden es identificar los síntomas que podrían indicar lo contrario:

– Periodos menstruales irregulares y muy dolorosos.
– Síndrome de ovario poliquístico.
– Senos fibroquísticos.
– La endometriosis.
– La aterosclerosis.
– Sequedad vaginal.
– Hinchazón y retención de líquidos.
– Insomnio y sueño ligero.
– Acné persistente en edades adultas (en cualquier momento del ciclo menstrual).
– Fatiga crónica.
– Cambios de humor muy marcados.
– Libido muy baja.
– Aumento de peso y dificultad para adelgazar.
– Dolores de cabeza y/o de articulaciones.

Si has identificado muchos de estos síntomas en ti, muy posiblemente sufras un desequilibrio hormonal. Este desequilibro puede darse por muchos motivos: consumo de anticonceptivos hormonales, malnutrición, los fitoestrógenos que encontramos en algunos alimentos, el estrés, problemas en la tiroides o uso de plásticos en la alimentación y productos químicos.

Si te sientes realmente identificada con lo que estás leyendo, es momento de que acudas a tu médico para explicarle tu problema y que lleve a cabo un análisis para determinar en qué niveles están tus hormonas y si es el correcto. Por tu parte, estos síntomas son una señal de alerta para cambiar a un estilo de vida saludable que te ayudará a remitir muchos de estos síntomas.

– Haz ejercicio mínimo 2-3 veces por semana.
– Basa tu alimentación en productos saludables, a poder ser orgánicos.
– Reduce el consumo de lácteos de vaca (mejor cabra u oveja).
– Reduce el consumo de carne.
– Evita el consumo de soja, carbohidratos refinados, café, alcohol, tabaco, azúcar y edulcorantes (mejor usar stevia).
– Aumenta el consumo de frutas, verduras, semillas y pescado azul.
– Evita productos cosméticos, químicos y plásticos que contengan Ftalatos, Parabenos y BPA.
– No calientes ni almacenes tus alimentos en envases de plástico.
– Evita los alimentos que vienen en lata o en bandejas de plástico.
– No utilices recipientes para cocinar con teflón o antiadherente.

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